Los grandes artistas Pedro y Filippo Figari, uno sudamericano y el otro sardo, además de haber dejado una huella importante con su obra, tienen los mismos orígenes ligures. Unos veinte años más joven, el primero recorrió un camino artístico que le llevó a conocer y frecuentar, sobre todo en París, los movimientos artísticos que caracterizaron el final del siglo XIX y la mitad del XX, de los que se nutrió ampliamente para enriquecer su estilo y su patrimonio cultural. Filippo, por su parte, apareció en el proscenio artístico a principios del siglo XX, que recorrió como protagonista hasta los años sesenta. Venecia y Múnich con los maestros de las academias y las lecciones de los principales artistas que hicieron la historia del arte moderno y contemporáneo, desde los clasicistas hasta las vanguardias. Con sus obras, ambos, probablemente sin conocerse (no tenemos cartas, documentos ni testimonios al respecto) emprendieron luego caminos muy personales y originales, convirtiéndose en los cantantes de su tierra. Con Pedro y Filippo nació el “folklore heroico”: el primero pinta a los gauchos que son los reyes indiscutibles de la inmensa pampa argentina, captados en cada momento de su realidad, desde el duro trabajo montando los caballos criollos hasta las fiestas campesinas llenas de música, danza y colores. Filippo realizó los grandes ciclos pictóricos para las principales obras públicas e iglesias de Cagliari y otras ciudades de la isla, convirtiendo a hombres, mujeres y niños en protagonistas de la vida agropastoral de una tierra donde cada pueblo ostenta su propio traje local, sus costumbres tradicionales.
Pedro Figari en su estudio
Su trabajo es similar al de los llamados costumbristas españoles (a los que está dedicado el museo de Atzara en Cerdeña): Eduardo Chicharro Aguera, madrileño, entonces estudiante en la Academia Española de Bellas Artes de Roma, que llegó al pueblo de Barbagia en 1900 y fue seguido por Antonio Ortiz Echagüe, que permaneció allí de 1906 a 1909. Su búsqueda del color es muy similar a la que encontramos en la belleza de los trajes y personajes de Atzara.
Pedro y Filippo van mucho más allá porque ambos fundaron una corriente pictórica folclórica que va más allá del regionalismo (una crítica injustificada y negativa por parte de ciertos estudiosos ideologizados y poco conocedores de las dos figuras) para insertarse con razón en contextos nacionales y continentales más amplios. Así, Pedro, de origen uruguayo, pero muy conocido y arraigado en Argentina, se convirtió en un pintor latinoamericano tout court, mientras que Filippo abrió la Isla con su arte y apoyando la pintura de sus colegas sardos a un contexto nacional y europeo, absolutamente original e innovador. Varios críticos e historiadores que escribieron y trabajaron en la Cerdeña de la segunda mitad del siglo XX han sido incapaces de captar plenamente el significado de la poética de Filippo, descuidando documentos (sobre todo epistolares) que demuestran sin lugar a dudas el papel primordial desempeñado por el artista de Cagliari en el contexto histórico y cultural de su época, que abarca desde la década de 1910 hasta la de 1960, incluida su participación como oficial en la Gran Guerra, donde, habiéndose presentado voluntario, obtuvo una medalla de plata y consiguió escapar del cautiverio.
Filippo Figari retrato 1930
La lectura de sus biografías revela increíbles similitudes que explican su fuerte presencia en el ambiente cultural y la poética de su arte. Pedro era abogado (la familia de Filippo tiene tradición forense), filólogo, escritor, autor de ensayos y letras de canciones, implicado en política como diputado, pero sobre todo con encargos institucionales de promoción de las bellas artes en Academias y Ateneos, Filippo era un profundo conocedor de la historia, las tradiciones y la historia de la Iglesia sarda, con sus conferencias, escritos y lecciones, desempeñó un importante papel magisterial, que se tradujo en la creación del Instituto de Arte de Sassari, el Instituto de Artesanía y Cerámica de Oristano, y la creación de la Galería de Arte Moderno en los Jardines Públicos de Cagliari, que hoy es el Museo de Arte Contemporáneo. Desempeñó un papel fundamental al ser nombrado secretario del sindicato fascista de artistas sardos, lo que le permitió ayudar a muchos jóvenes en sus estudios, trabajo y participación en exposiciones y bienales nacionales, un papel institucional que pudo desempeñar con plena autonomía dentro del régimen al que -como demuestran los documentos- se adherían incondicionalmente casi todos los artistas sardos, que entonces no eran más de cuarenta, que se establecieron primero a escala regional y luego nacional, gracias sobre todo al activismo de Figari.
Sus alumnos le sucedieron en la dirección de estos institutos tras la Segunda Guerra Mundial, mientras que Figari terminó su vida laboral en Roma, nombrado commendatore della Repubblica, al más alto nivel del Ministerio de Educación (que en aquella época incluía la cultura).
Hoy en día, desvinculadas de las ideologías sectarias y politizadas imperantes en la clase intelectual y académica desde el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial hasta la década de 1990, las nuevas generaciones de estudiosos y críticos pueden observar con desapego y honestidad el valor cultural y artístico de Filippo Figari, un auténtico gigante de su tiempo cuyas obras atestiguan por sí solas su grandeza.
Así, gracias a él, campesinos y pastores se convirtieron en los héroes de un pueblo antiguo (como explicó en su célebre conferencia “La civilización de un pueblo bárbaro”), del mismo modo que los gauchos pintados para toda la vida por Pedro representan el símbolo de todo un continente latinoamericano.
Por eso es importante estudiar a ambos y examinar las similitudes que, curiosa pero no excesivamente, se desprenden de sus respectivas biografías y actividades artísticas. Similitudes que quizá tengan una explicación en su común origen ligur y en sus vínculos parentales. Sin duda, proceden del mismo tronco y de la misma familia, como puede verse en el siguiente post del investigador ligur Mauro Molinari, quien, en su exhaustiva investigación de archivo, ha logrado reconstruir la genealogía de ambos.
Además de Pedro y Filippo, también está el pintor Andrea Figari, que, sin embargo, tomó un camino diferente, especializándose en el vedutismo de marinas y panoramas, en línea con otros estilos e inspiraciones artísticas.
Damos la bienvenida y esperamos estudios, tesis de licenciatura, eventos, exposiciones temporales y permanentes que puedan documentar y valorizar el arte de la familia Figari, del que los miembros de la familia en primer lugar (habiendo conocido a nuestro tío Filippo aunque ya anciano pero todavía muy lúcido) estamos orgullosos, pero que constituye el orgullo y el patrimonio de todos.